La internacionalización ofrece oportunidades significativas para las empresas, pero también conlleva diversos riesgos que no hay que pasar por alto.
Seguro que muchos de vosotros, igual de primera mano, habéis tratado temas en vuestras empresas relacionados con estos riesgos o conocéis personal dedicado a ello. Estoy hablando por ejemplo del riesgo político, riesgo regulatorio, riesgo de reputación, riesgo de calidad y cumplimiento, riesgo de cadena de suministro, etc. Esta enumeración de diferentes riesgos (hay muchos más) hay que tratar encima de la mesa cuando se realizan operaciones de importación o exportación.
Sin embargo, después de hablar con diferentes empresas, he llegado a la conclusión de que hay un riesgo, el riesgo divisa o riesgo cambiario, al cual no se le presta tanta atención o por lo menos no con esa intensidad, y al preguntarles el motivo, me he encontrado la famosa frase “siempre se ha hecho así”, y esta frase amigos me toca ********.
No comprender el riesgo divisa o no prestarle la atención que se merece puede llevar a la empresa a diversos problemas que afecten a su rentabilidad y competitividad. Y si todavía no los ha llevado es posible que la empresa esté incurriendo en un “coste de oportunidad” enorme.
Aquí hago mención a 4 problemas comunes derivados de la falta de comprensión del riesgo divisa:
1. Pérdidas financieras: Las empresas pueden incurrir en costos adicionales al realizar conversiones (cobros o pagos) en momentos desfavorables.
2. Impacto en márgenes: Un aumento repentino en la tasa de cambio puede reducir la rentabilidad de las exportaciones y viceversa.
3. Incertidumbre en la planificación financiera: Las empresas pueden encontrar dificultades para establecer escandallos precisos.
4. Impacto en la competitividad: Las variaciones en los tipos de cambio también pueden afectar la competitividad de una empresa en comparación con sus competidores internacionales.
Estoy seguro de que habrá muchos más, pero estos me parecen especialmente relevantes.
Para mitigar estos problemas, como con el resto de los riesgos extrínsecos a la empresa, hay que adoptar estrategias de gestión. En el caso del riesgo cambiario, por ejemplo, el uso de coberturas financieras, realizar un presupuesto de divisas, proyectar escenarios, realizar un escandallo de divisas preciso, contar con profesionales financieros capacitados y estar al tanto de las condiciones del mercado global son formas muy correctas de gestionar este riesgo.
Mide los riesgos y contrólalos.
Por eso, el “siempre se ha hecho así” ya no vale.