El TARF es un producto de cobertura que comenzaron a comercializar los brókers de divisas especializados (especialmente con sede en Londres), y al que ahora se están apuntando también algunas entidades financieras de ámbito nacional.
Se trata, sin duda, de un producto de alto riesgo, y como tal puede ofrecer tipos de cambio muy por encima de los niveles del mercado, pero también un resultado muy desastroso.
De hecho, el resumen que solemos hacer a nuestros clientes, antes de comenzar a formarles en su funcionamiento, es que se trata de un producto “con el que se puede obtener, de forma sencilla, un pequeño volumen de divisas a muy buen precio si sale bien, pero también un gran volumen de divisas a muy mal precio, si sale mal”; así es que es relativamente sencillo tener buenos pero pequeños rendimientos, pero como contraprestación, si sale mal los rendimientos negativos pueden ser muy elevados.
Aun con todo esto, a nosotros nos parece un producto de cobertura “imprescindible” para aquellas empresas que realmente quieran optimizar y dar verdadera eficiencia a la gestión del riesgo de divisas.
Las empresas que se niegan, si quiera a hablar de este producto, están desaprovechando oportunidades para optimizar su área de divisas. Sería impensable que, por ejemplo, el departamento de producción no quisiera interesarse, comprender y analizar sobre una nueva maquinaria, métodos de producción innovadores, o la digitalización de los procesos.
Como nosotros siempre planteamos, no se trata únicamente de obtener mejores tipos de cambio, sino de obtenerlos mejor que la competencia de modo que esta no nos gane en márgenes (al menos por la vía de las divisas)
Lo primero que se ha de tener en cuenta a la hora de contratar un TARF es que es imprescindible contar con capacidad de análisis de la evolución de la divisa (cuál es la tendencia a largo y corto plazo, la velocidad de aceleración de la tendencia, los rangos o niveles de oferta y demanda más relevantes, timing para alcanzar niveles relevantes, etc.)
Si la empresa no tiene conocimientos técnicos como para hacerse una idea sobre el contexto y la situación de la divisa, la cruda realidad es que contratar un TARF supone “jugar a los dados”. Se trata de jugar a los dados porque no se dispone de ningún argumento técnico como para hacerse una idea de las figuras/puntos que van a ser consumidos en los vencimientos que conforman el TARF.
A nuestro modo de ver, las 2 peores cosas que puede hacer una empresa para gestionar sus riesgos de divisa son “jugar a los dados” y “ponerse el traje de precavida para asumir ser ineficiente”. Lo primero supone ser un temerario y lo segundo sucumbir al miedo a lo desconocido bajo pretextos sin argumentos.
En los próximos días, mediante 2 ejemplos, detallaremos el funcionamiento del TARF, planteando cómo resulta un caso positivo y otro en el que resulta negativo. También añadiremos un ejemplo en el que resulta positivo, pero cuya realidad ha sido que se ha logrado muy poco en relación al riesgo asumido.