Uno de los elementos más comunes que nos encontramos en las empresas es que éstas gestionan el riesgo de divisas sin haber definido previamente unos criterios y procedimientos para aplicar; y por supuesto, lo que hagan, no ha sido consensuado formalmente con la Dirección de la empresa.
-“La filosofía de la empresa es esta” (en general)
-“No es algo que preocupe demasiado” (porque no se mide)
-“Si nos va a afectar podemos modificar la tarifa sin demasiados problemas” (que se lo pregunten al director comercial…)
-“Nos va bastante bien con esto” (pero no realizamos mediciones ni nos comparamos con nada)
-Y un largo etc.
Aunque se trata de expresiones entendibles, si nos ponemos en modo estricto, tanto el formalismo como rigor aplicados son muy inferiores al de cualquier otro procedimiento que haya en la empresa.
La Dirección de la empresa -esta es la realidad- no suele estar demasiado puesta en cuanto a riesgo de divisas (tienen otras capacidades) por lo que no tienen claro qué es lo que hay que definir o implementar. Y en la mayoría de los casos, ni quiera son conscientes de que pueda haber fuertes costes de oportunidad que serían en parte gestionables. Todo parte de ahí.
Pero el hecho de que la Dirección de la empresa no suela pedir reportes por esto, o que no lo haya hecho en el pasado, no debería ser un elemento de comodidad para un director financiero.
Los que como yo admiréis la obra de Nassin Nicholas Taleb (Cisne Negro, Antifrágil, etc.) recordaréis la historia del pavo de Russell. Esta historia explica cómo a un pavo, al que siempre le dan de comer y tratan muy bien, cree que será así para siempre, pero de repente llega el día de Acción de Gracias y sucede algo totalmente inesperado: él se convierte en la propia cena de su cuidador.
La moraleja conceptual, por así decirlo, es que el conocimiento al que llegamos a partir de nuestra experiencia pasada tiene algunas limitaciones, y esto puede llegar a tener consecuencias inesperadas.
Cada año que transcurre sin que la Dirección me pida explicaciones, me deje hacer, no se interese por la gestión del riesgo de divisas, etc. me va confirmando que se trata de algo de poca relevancia para ella, y de lo que no tengo que preocuparme demasiado.
Hasta que pasa algo impredecible: una fuerte tendencia de mercado en contra, una conversación entre directivos, una ponencia, la repentina imposibilidad de modificar tarifas, un desconocido interés por parte de la Dirección…y de repente me preguntan qué criterios y procedimientos había estado aplicando en el pasado, qué mediciones tomo para concluir si el desempeño ha sido bueno o malo, o por qué no impliqué a la Dirección en algo tan relevante.
¿Parece injusto verdad? Pues ocurre.
Nuestra recomendación para todos los directores financieros que tengan un volumen significativo de riesgo de divisas es que definan y desarrollen procedimientos, y los propongan a la dirección para obtener su respaldo, así como la confortabilidad de avanzar y ser proactivos en la gestión de estos riesgos.